¿Más empoderadas, menos violentadas?
- Stefani Huamán
- noviembre 17, 2021
- Artículo de Opinión
- género, VCM, violencia
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En el Perú, la violencia contra las mujeres sigue siendo un problema latente. Según la Encuesta Nacional Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2020, el 54.8% de mujeres fueron víctimas de violencia de algún tipo ejercida alguna vez por su esposo o compañero. Uno de los determinantes de la violencia contra las mujeres es la ausencia de autonomía económica. Estar desempleada o no inmersa en el mercado laboral explica la probabilidad de violencia física, sexual y psicológica. (León, 2011). Frente a ello, tanto el sector público como privado han optado por estrategias de empoderamiento femenino para prevenir la violencia. Pero… ¿es el empoderamiento femenino la mejor alternativa?
Empoderar a las mujeres promoviendo su autonomía económica a través de la educación y el empleo puede funcionar, puesto que, la autonomía económica dota de poder de negociación dentro del hogar. Es decir, una mujer que trabaja y genera su propio ingreso sería menos tolerante a la violencia por parte de su pareja y, a su vez, tendría los recursos económicos para abandonar esa relación violenta. Sin embargo, empoderar no siempre tiene ese efecto porque la ausencia de ingresos no es la única causal de violencia. La violencia contra las mujeres se debe a múltiples factores, dentro de ellos se encuentran los factores culturales y sociales que diferencian a las parejas y debemos incluir en el análisis.
Según Borrego y Carrasco (2017) tener empleo no reduce la vulnerabilidad frente a la violencia contra la mujer, sino que está supeditada a la situación laboral de su pareja, porque cuando la mujer está trabajando, pero su pareja no, la probabilidad de abuso incrementa. Por su parte, Svec y Tanja (2018) señalan que las mujeres peruanas, cuyos ingresos y niveles de educación superan a los de sus parejas, tienen más probabilidades de sufrir violencia tanto moderada como grave. Además de ello, Durán (2019) encontró que tener educación y empleo significa un mayor riesgo de ser víctima y que los años de escolaridad de la mujer aumentan la probabilidad de violencia cuando ella está más educada que él.
La evidencia muestra que el empoderamiento femenino no garantiza una reducción en la probabilidad de ser víctima de violencia; sino que tiende a potenciarla toda vez que este empoderamiento represente una ventaja frente a sus cónyuges. Este fenómeno pone de manifiesto la cultura patriarcal en la que vivimos, puesto que las mujeres educadas y empleadas representan una amenaza a los roles tradicionales de género. En una sociedad tan machista como la peruana, el “castigo” por desviarse de los roles de género es tan alto que neutraliza los efectos positivos esperados del empoderamiento femenino.
Por ello, es importante que las políticas de prevención de violencia contra la mujer no solo se enfoquen en las mujeres, sino también en los hombres. Las iniciativas de empoderamiento femenino no son suficientes si no toman en cuenta las dinámicas sociales de género. Además, se debe trabajar arduamente con los hombres para derribar la cultura machista, patriarcal y promover una masculinidad más saludable.
Finalmente, es necesario fortalecer la implementación de la educación con enfoque de género desde la escuela. La educación con enfoque de género favorece la interiorización del respeto y la empatía en niños y niñas, contribuye a formar seres humanos respetuosos de las diferencias y ayuda a erradicar las prácticas sexistas y discriminadoras (MINEDU, 2016). Solo así podremos formar una sociedad libre de roles de género, donde el empoderamiento femenino ya no represente una amenaza para los hombres y las mujeres podamos gozar de autonomía sin temor a ser violentadas.
Autor
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Egresada de Economía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Egresada del Curso de Extensión Universitaria en Fiscalización Ambiental del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA). Exbecaria del XV Círculo Universitario de estudios de Género en el CMP Flora Tristán. Activista por los derechos humanos.
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